miércoles, 30 de enero de 2008

Publicaron un manual que enseña a hablar "en rosarino"

Es una especia de jerigonza, usada por los presos para evitar que los entendieran. Bernardo Reyes, autor del manual, quiere que los chicos aprendan a hablarlo.

EL AMIGO DE OLMEDO. Reyes aprendió a hablar "gaso" con el cómico. (C. Carrión)

Osvaldo Noval ROSARIO. ESPECIAL


Adiogasós hermogasosas", les decía el "Negro" Olmedo a las chicas de No toca botón en medio de un sketch. Ese lenguaje fue popularizado por el capocómico rosarino en las clases de lengua "gasó" que daba Rucucu con un pizarrón. Hoy su amigo de Rosario Bernardo "Chiquito" Reyes inmortalizó el gasó en un libro editado por Fundación Ross bajo el título Rosarigasino, el método, que enseña a utilizar el "idioma rosarino" por excelencia, una jerga que fue para esta ciudad lo que el lunfardo para los arrabales porteños.

Se trata de colocar los términos gasá, gasé, gasí, gasó y gasú inmediatamente después de la vocal acentuada, en la sílaba de la palabra que se quiere convertir al gasó. Es un lenguaje que usaban los presos para que los guardias no entendieran lo que decían entre ellos y se calcula que comenzó a propagarse en el año 1950. Pero tiene tres posibles orígenes: una versión dice que nació en la cárcel de Villa Devoto, que algunos de esos reclusos fueron invitados a "tomar sombra" en Rosario y se lo enseñaron a los presos locales. Otra asegura que surgió directamente en una cárcel rosarina y que el maestro de teatro Salvador Naón (Chita) lo escuchó durante las presentaciones del "Teatro para presos" que cada tanto realizaba su compañía. Y una tercera teoría es la narrada por la hija de Naón, que asegura que su padre lo inventó y que los presos lo adoptaron para comunicarse sin ser descubiertos por los guardiacárceles.

Lo cierto es que para Chiquito Reyes es "una marca distintiva de Rosario". Lo aprendió, cuenta, junto al Negro Olmedo, "de boca del propio Salvador Naón, en el café restaurante El Nacional, frente al teatro La Comedia, donde todos los parroquianos lo hablaban". La lengua, idioma, dialecto, lunfardo, argot o jerigonza (como usted prefiera llamarlo) también fue adoptado por los quinieleros ilegales de Pichincha, que, con el mismo fin que los presos, lo usaban para que "la yugasuta no entiegasenda nagasada" (la yuta no entienda nada). "Me di cuenta de que últimamente lo hablamos sólo los jovatos, por eso decidí escribir el libro", explica el autor.

El gasó llegó también al Congreso de la Lengua, en noviembre de 2004, donde Reyes se encontró con el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, y hasta lo hizo decir algunas palabras como telogasón (telón) y sigasillas (sillas) a propósito del auditorio donde, hacía unos minutos, García de la Concha había presidido la presentación del Congreso. En esos días, Chiquito también dio clases de gasó en varias escuelas.

El libro está escrito en primera persona, plagado de anécdotas y explicaciones concisas, con una sección de los vocablos más utilizados, la mezcla con el lunfardo y poesías escritas en rosarigasino por autores locales como Hugo Diz y José Pagano. Casi al final hay tres homenajes a Federico García Lorca con La casagasada infiegasel (La casada infiel); a José Hernández con algunos versos del Martigasín Fiegaserro (Martín Fierro) y a Miguel de Cervantes Saavedra con un fragmento de El Quijogasote de la Magasancha (El Quijote de la Mancha), extraído del libro completo que Reyes ya tradujo al rosarigasino. El no espera hacer una revolución con el libro del rosarigasino pero sí que los chicos lo adopten, aunque sea como un juego. "Si los chicos que hoy tienen dos años llegan a leerlo y les despierta una mínima curiosidad, entonces me daré por satisfecho", concluye.

Via: Clarin.com

0 comentarios: