miércoles, 30 de enero de 2008

Tango y Milonga en la Noche Rosarina

La proliferación de Tanguerías en la ciudad es abrumadora, son casi tantas como boliches “normales.” Todavía se mueven en días de semana pero la tendencia es netamente creciente. Usualmente la noche empieza temprano, tipo 8 o 9 con una clase de tango de 5 mangos y después empieza la milonga propiamente dicha. Un manojo de códigos garantizan la diversión. Los hombres sacan a las mujeres como en las viejas épocas, medio de lejos y con un ademán y ellas no se pueden negar. Aunque sea van a bailar un tango. El baile en si es hipnótico, ver a estos dos desconocidos abrazados y cara con cara tiene algo de pornográfico muy excitante. Por supuesto, hay parejas formadas, novios, amigos, amantes, estudiantes de cincuetna años y profesores de veinte. Tres o cuatro generaciones se mezclan como en ningún otro lugar en la Tierra. Un viejo canyengue le pide una tímida “jarrita de lágrima” y el mail a una moza que le queda evidentemente grande, o chica, depende de cómo se vea. En la tanguería uno puede bailar con abuelas de lo más simpáticas, diosas de pelo rojo y ancas de animal salvaje o inexpertas jovencitas con aires de ninfa y lo mismo para la variedad de hombres, absolutamente mezclado.

Casi todas las tanguerías tienen bar y se puede cenar en grupos o parejas y son una salida muy recomendable para cualquier día, aunque sea para escuchar unos tangos y envidiar a los bailarines, por lo menos hasta tomar la primera clase.

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